lunes, 4 de julio de 2011


Por favor, madre de la caridad.
Aléjame de éste lugar,
y de las largas y serpenteantes maldiciones
que resuenan en mi cabeza.
Las palabras nunca escuchan,
y los maestros nunca aprenden.
Ahora estoy caliente como la vela,
pero me siento demasiado frío
como para quemarme.
Vino de una isla,
y murió en las calles.
Sufrió tanto como cuando un alma se rompe,
pero nunca me dijo nada.
Así que dí hola al cielo.

Nuevo como un bebé.
Perdido como una oración.
El cielo fué tu patio de recreo,
pero el frío suelo fué tu cama.
Pobre astróloga,
sin lágrimas en sus ojos.
Suaves como un susurro.
Ella sabe que el amor
cura las heridas con el tiempo.

Ahora parece que hay demasiado amor.
Nunca es suficiente, mejor busca
otra carretera, porque ésta
ha terminado bruscamente.
Dí hola al cielo.

Nunca quise
escribir éstas palabras para tí.
Con las páginas y frases
que hablan sobre lo que nunca haremos.
Así que apaga la vela y
vete a la cama.
Desde que no puedesr decirme
como los perros han roto tus huesos,
tan sólo queda una cosa que decir:
dí hola al cielo.